La sangre utiliza el sistema cardiovascular para llegar a las partes más íntimas del organismo, asegurando un riego permanente a los tejidos, permitiendo innumerables reacciones bioquímicas y brindando un aporte constante de sustancias indispensables para las células, para la vida.
FISIOLOGÍA DEL TEJIDO SANGUÍNEO
Una de las principales funciones de la sangre es el transporte de sustancias, ya que:
-Por medio de los glóbulos rojos se encarga de la distribución del oxígeno desde los pulmones hacia todas las células del cuerpo, como así también de la remoción de parte del dióxido de carbono producido por el metabolismo celular.
-Transporta los nutrientes absorbidos en los intestinos hacia todos los tejidos, y conduce hacia los riñones las sustancias de desecho celular.
-Se encarga de distribuir las hormonas secretadas por las glándulas endócrinas.
Por otra parte, la sangre protege al organismo de diversas agresiones externas mediante el accionar de sus glóbulos blancos y otras células. Además, interviene en los procesos de coagulación gracias a las plaquetas y a otros factores relacionados, responde a las lesiones que ocasionan los procesos inflamatorios mediante los glóbulos blancos y es fundamental para mantener la homeostasis, es decir, el equilibrio bioquímico entre los líquidos y los tejidos del organismo.
CARACTERÍSTICAS DEL TEJIDO SANGUÍNEO
El color rojo de la sangre es debido a que dentro de los glóbulos rojos, llamados también eritrocitos o hematíes, hay un pigmento llamado “hemo”, que se une a una proteína de nombre “globina” para dar formación al compuesto hemoglobina. Esta sustancia tiene la propiedad de unirse fuertemente al oxígeno a nivel de los alvéolos pulmonares para luego cederlo a todas las células del organismo. Es así que la oxihemoglobina le proporciona una típica coloración rojo brillante a la sangre arterial, a diferencia de la sangre venosa que es de color rojo cereza por transportar menos cantidad de oxígeno.
La sangre, impulsada por los ventrículos del corazón, circula en forma unidireccional por los vasos sanguíneos. La circulación sanguínea de los humanos, propia de todos los mamíferos, es doble porque en su recorrido pasa dos veces por el corazón, cerrada porque nunca abandona los vasos sanguíneos y completa porque la sangre oxigenada que sale de los pulmones no se mezcla con la que tiene poca concentración de oxígeno.
La sangre representa alrededor del 7% del peso corporal, es decir, unos 70 mililitros por kilogramo. Por lo tanto, una persona adulta de 70 kg posee una volemia (volumen total de sangre) cercana a los 5 litros. La sangre tiene un pH que oscila entre 7,3 y 7,4.
Los componentes celulares y no celulares de la sangre tienen su origen en el tejido hematopoyético (tejido formador de la sangre) de la médula ósea. Representan un 40-45% del total de la sangre, mientras que el plasma, componente intercelular, ocupa el 55-60% restante.
HEMATOPOYESIS
Es el proceso en donde se produce la formación, el desarrollo y la maduración de los eritrocitos, leucocitos y trombocitos a partir de una célula madre hematopoyética. En las primeras semanas de la gestación, dichas células madres están en el saco vitelino. Alrededor del tercer mes migran hacia el hígado y más tarde al bazo, lugares en donde continúa con la actividad hematopoyética. Hacia el nacimiento, cesa la actividad en ambos órganos y es reemplazada por la médula ósea.
La médula ósea ocupa las cavidades que hay dentro de los huesos. Hay dos tipos de médula ósea.
-Médula ósea roja: formada por muchos vasos sanguíneos.
-Médula ósea amarilla: posee abundante tejido adiposo
Al nacimiento, los huesos están ocupados solamente por médula ósea roja. A medida que el individuo crece, parte de ella es reemplazada por médula ósea amarilla. En los adultos, la médula ósea roja está presente en los huesos planos y en los extremos (epífisis) de los huesos largos como el fémur, el húmero y la tibia, entre otros. También en las vértebras, en las costillas y en el esternón. La médula amarilla, sin actividad hematopoyética, se ubica hacia la zona media (diáfisis) de los huesos largos, donde se deposita abundante tejido graso.
GLÓBULOS ROJOS
Son células aplanadas que tienen una coloración amarillo verdosa en los preparados frescos, pero una vez teñidos con los colorantes habituales adquieren un color rosado.
En los mamíferos, los eritrocitos tienen forma de disco y carecen de núcleo. Su forma bicóncava le asegura una mayor superficie de intercambio gaseoso. Sus características flexibles y algo elásticas le permiten atravesar los capilares más pequeños. En su interior, los glóbulos rojos contienen un 65-70% de agua, 26-32% de hemoglobina y hasta un 5% de elementos orgánicos e inorgánicos. Tienen un diámetro medio de 7 micras.
Además de formar parte del volumen sanguíneo, la principal función que ejercen los glóbulos rojos es la movilización de la hemoglobina, lo que le permite:
-El transporte de oxígeno a través del lecho arterial.
-La remoción de parte del dióxido de carbono desde los capilares venosos hacia el exterior. Ese dióxido de carbono proveniente del metabolismo celular ingresa a los eritrocitos, donde un 70% es transformado en bicarbonato para ser utilizado por el organismo, mientras que el resto es eliminado por los pulmones.
La producción de eritrocitos, denominada eritropoyesis, tiene lugar en la médula ósea de los huesos largos, de las costillas y del esternón, y está regulada por una hormona segregada por los riñones, la eritropoyetina. La disminución de oxígeno en los tejidos estimula la producción de eritropoyetina, mientras que un exceso de dicho gas ocasiona un efecto inverso. En casos de hemorragias, aumenta notablemente la eritropoyesis hasta lograr volúmenes normales. Contrariamente, la eritropoyesis disminuye ante transfusiones de sangre hasta que los glóbulos rojos transfundidos sean destruidos, momento en que se reinicia su actividad.
A medida que maduran los eritrocitos pierden el núcleo, las mitocondrias, el resto de las organelas y los ácidos nucleicos. Los glóbulos rojos de aves y reptiles conservan el núcleo. Como fuente de energía utilizan la glucosa mediante el proceso de glucólisis.
La vida media de los eritrocitos circulantes es de alrededor de 120 días. Es obvio suponer que existe una constante formación de nuevas células rojas (eritropoyesis) con el fin de reemplazar los glóbulos envejecidos, que son destruidos en el bazo. Su largo recorrido por todo el lecho circulatorio ocasiona alteraciones en la membrana plasmática, que los hace inestables y deformados.
La cantidad de eritrocitos en humanos es de 4 a 5 millones por cada milímetro cúbico de sangre. Valores inferiores indican cuadros de anemia, que pueden ser debidos a múltiples causas.
Los factores necesarios para la producción de glóbulos rojos son la vitamina B12, el ácido fólico y el hierro. Para una apropiada absorción de vitamina B12 es necesaria la presencia de un factor intrínseco que se elabora en la mucosa del estómago. La carencia de vitamina B12 origina la llamada “anemia perniciosa”. La falta de ácido fólico en la dieta también es causal de anemia. En cuanto al hierro, su presencia es importante para la síntesis de la hemoglobina. Además, debe ser incorporado con la dieta a raíz de la eliminación por materia fecal y por las pérdidas de sangre menstrual.
El porcentaje del volumen sanguíneo ocupado por los eritrocitos se denomina hematocrito. En las especie humana, los valores normales de hematocrito o volumen globular aglomerado están entre 38-48%, según condiciones de salud, del sexo y de la edad.
HEMOGLOBINA
La principal función de esta proteína es el transporte de oxígeno a todas las células del cuerpo. Tras el intercambio gaseoso realizado en los alvéolos pulmonares (hematosis), el 95-97% del oxígeno se une al grupo “hemo” de la hemoglobina (oxihemoglobina), mientras que el resto circula disuelto en el plasma. La tasa de hemoglobina en sangre determina la cantidad de oxígeno que puede transportarse.
La afinidad que tiene el dióxido de carbono para unirse a la hemoglobina es 200 veces mayor que la que posee el oxígeno. Es por ello que los individuos que permanecen en lugares muy reducidos y sin ventilación sufren signos de fatiga, a pesar de la gran diferencia a favor del oxígeno (21%) sobre el dióxido de carbono (0,03%) que hay en el aire atmosférico.
La destrucción de la hemoglobina se produce en el bazo, por la ruptura del enlace entre el grupo hemo y la globina. Luego se divide el grupo hemo y se obtiene hierro y el compuesto protoporfirina. Tanto la globina como el hierro vuelven a ser utilizados por el organismo para la elaboración de otras sustancias o bien en la formación de nuevos eritrocitos. La protoporfirina se transforma en biliverdina y luego en bilirrubina, que llega al hígado por vía sanguínea para ser eliminada a través de la bilis.
GLÓBULOS BLANCOS
A diferencia de los eritrocitos, los glóbulos blancos o leucocitos son células de la sangre que poseen núcleo, mitocondrias y demás organelas. Además, carecen de pigmento en su interior.
Los leucocitos tienen la propiedad de poder abandonar los capilares sanguíneos (diapédesis) para establecer un estrecho contacto con los tejidos corporales. Para ello, disponen de un mecanismo que prolonga su citoplasma a manera de seudópodos.
El tiempo de vida circulante puede ser de horas, meses o años, según el caso. Se forman en la médula ósea y en el tejido linfático.
El tamaño de los leucocitos varía entre 6 y 15 micras de diámetro y se clasifican en polimorfonucleares (núcleos con diferentes formas) y monomorfonucleares (núcleos bien definidos). La relación leucocito-eritrocito es de 1:800. La cantidad normal de leucocitos en los humanos es de 6000 a 10000 por cada milímetro cúbico de sangre. Un aumento de glóbulos blancos por encima de los valores señalados se denomina leucocitosis y una disminución leucopenia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario